domingo, 20 de marzo de 2011

Con las manos vacías

9 de Julio de Rafaela 1 -1 Juventud Antoniana.

Juventud Antoniana no pudo purgar en 90 minutos todas sus culpas y los desaciertos de toda una temporada. La carencia de actitud, de aquel fuego sagrado necesario como para defender una camiseta demasiado pesada con valor y convicciones plasmados en georgrafías diferentes como el estadio de Crucero del Norte (hace dos fechas) o el estadio Martearena en los clásicos con Central Norte, por citar algunos ejemplos, son algunos de los factores por los cuales el conjunto de Jorge Solari no pudo hacer en un partido todo aquello que terminó rifando en otras batallas. Juventud resignó en Rafaela, en el empate en un tanto ante el local 9 de Julio, la última vida que le quedaba pensando en una frustrada clasificación al nonagonal final, aquel hálito de esperanza al que se aferró con fuerzas en los días previos, pero que al final no pudo ser. Y se quedó con las manos vacías, tanto por aquellas desaveniencias que fueron una constante en los últimos partidos y por una incapacidad alarmante, algo evidenciado también en otros encuentros a la hora de plasmar en la red, un déficit notorio y sustancial, más allá de los discursos de casettes de sus protagonistas, que atribuyen sus males a la escasa suerte o fortuna.
Aquel equipo ponderado en su momento por su alto porcentaje de efectividad en la primera rueda, con una amplia brecha por sobre sus perseguidores ocasionales, aunque siempre cuestionado por su juego, y que experimentó luego una parábola descendente de no creer, ayer terminó con las manos vacías por errores constantes y yerros sucesivos.
La actitud no fue la misma a la mostrada aquella fatídica noche en Posadas, era una final sin margen de error que no permitía repetir la misma parsimonia.
Tal es así que el partido adquirió fuerza y fue vibrante los primeros minutos, con un Juventud que arremetía de entrada y que tuvo la capacidad para hilvanar al menos tres situaciones de riesgo en el primer cuarto de hora del partido. Pero siempre los rafaelinos mostraron armas para contrarrestar. Pese a que las estadísticas hoy lo ubican como el peor de los últimos del Argentino A, el león jugó de igual a igual, sin ofrecerle un centímetro de ventaja al apremiado Juventud y con la necesidad manifiesta de seguir sumando para evitar el infierno del descenso.
Y ante tal invitación de la última línea, en el epílogo de la primera mitad llegó el primer baldazo de agua fría para los salteños, cuando tras una gran maniobra individual de Velazco por izquierda, el eterno goleador rafaelino Del Bono definió como los que saben y empezó a complicar la clasificación antoniana. Después llegó el empate, pero Juventud volvió a pecar de ineficaz, ahí está la clave de otro fracaso.

Fuente y foto: Mariano Fradejas (El Tribuno)

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