domingo, 21 de octubre de 2012

Renuncia anunciada pero no deseada y un Club, ¿dónde todos quieren ser dueños?

Juventud Antoniana es una auténtica caja de resonancia que estalla en los momentos menos pensados. Las disputas políticas, las pujas de intereses y el violento accionar de sus barrabravas ocupan grandes espacios en los medios, y agravan y hasta opacan, según las circunstancias, a los sucesivos y sistemáticos fracasos futbolísticos de los últimos años. Elecciones suspendidas con dudosa legitimidad, intervención de la Justicia provincial, peleas entre compañeros, proyectos que nacen y se mueren sin llevarse a cabo, estabilidad resquebrajada, destrozos en el “estadio de todos”, denuncias, extorsiones, pelotas embarradas por operaciones de barras, detenciones y luchas claudicables. Todos estos elementos sirvieron para montar una escenografía perfecta que desembocó en un filme conocido: una renuncia forzada, la del ahora expresidente santo Rubén González, quien se encontró acorralado y agotado luego de un sinfín de inconvenientes.
El 27 de octubre del año pasado, la lista opositora Por un Juventud Nacional, cuya fórmula estaba compuesta por Jorge Guaymás y Julio Dagum, impugnaba los comicios ante la Justicia argumentando que la fórmula oficial encabezada por Rubén González había ganado con ayuda de una mesa ilegítima. De ahí se suscitó una lucha descarnada por el poder entre dos facciones. González tenía el apoyo de las altas esferas, pero le fueron soltando la mano a medida que la figura del presidente se desgastaba al compás de una serie de hechos negativos. El 15 de febrero último tuvo lugar el primer cortocircuito manifiesto entre los barras y Rubén González, que desencadenó en los incidentes en el partido que Juventud perdió 2 a 0 con San Martín de Tucumán en el Martearena. Trepadas al alambre y destrozos en el estadio componían un amalgama entre el descontento con lo deportivo y el desgaste institucional. El 28 de marzo la historia se repetía: goleada en contra ante Central Norte, hinchas en el alambrado, estadio destrozado, cabecera incendiada, partido suspendido y perjuicio económico para el club como una forma de boicot. Pero el 16 de septiembre cayó la gota que rebalsó el vaso. La suspensión de un clásico contra Central porque los hinchas se subieron al parapelotas. Ahí sí, quizá a sabiendas de que precipitaba su salida, González le puso un corte a una situación inmanejable y denunció a los barras por extorsión. Llegó la intervención policial y se aplicó el derecho de admisión, pero aquello solo era un poco de oxígeno que otorgaba una salida eventual a un problema mayúsculo.
Pasaron todas las tormentas juntas. Y en el tenso remanso González fue inducido a dar un paso al costado.
Y aquel que hace pocas semanas emergía como un personaje justiciero que emprendía una lucha contra la corriente y los barras, terminó transformándose en un verdugo ahogado o, lo que es peor, se marchó siendo el símil a una ficha más dentro de un estratégico tablero de ajedrez.
El agotamiento que esgrimió el expresidente santo obedeció a un cúmulo de condicionantes: la falta de dinero, los problemas con barras, los enfrentamientos con Mariano Mera Figueroa (el matrimonio por conveniencia en las elecciones suspendidas) y con José Muratore. Todo eso confluyó para que Juventud Antoniana se mostrara débil como para que tome intervención el Gobierno, según manifestaron exdirigentes en los pasillos del club. Incluso, por lo bajo se comentó que cuando González se acercó al Grand Bourg para solicitar una nueva colaboración financiera fue el momento oportuno para hacerle saber las nuevas pautas a cambio de nuevas divisas. Le habrían exigido la renuncia a él y al resto de la CD. González, prácticamente acorralado, vio que su renuncia era una alternativa para salir del atolladero que se había instalado en la institución de Lerma y San Luis. De allí surgió la idea de que si el club quedaba acéfalo debería conformarse una comisión normalizadora que tomaría las riendas del club, con la condición de que ese grupo de personas debía estar integrado por hombres de confianza del actual gobierno, como en el caso de Fredy Mocchi (administrador del Martearena), Fernando Segura y Marcelo “Topo” Romero.
A todo esto, desde la noche del viernes viene creciendo con fuerza el rumor de que la Corte de Justicia dictaría en la semana entrante un fallo favorable a Jorge Guaymás, con lo cual el sindicalista sería proclamado como nuevo presidente antoniano.
Ahora, ¿qué pasará si Guaymás recibe la facultad legítima para tomar el poder? ¿El Gobierno estará dispuesto a negociar y conciliar con las huestes del camionero?

La campaña de los opositores

Mientras aguarda por la resolución de la Justicia sobre las elecciones suspendidas en octubre del año pasado, quien fuese el candidato a presidente de la lista opositora, Jorge Guaymás, empezó a gestar en estos días una contra campaña en repudio a la instauración de la junta normalizadora, la comisión autorizada por Personería Jurídica para que administre provisoriamente el club. Un grupo de personas ligadas al camionero inundó de panfletos el estadio Martearena antes y durante el encuentro que terminó en victoria antoniana sobre San Martín de Tucumán, el viernes pasado.

Guaymás convocó al hincha antoniano a una marcha a realizarse el próximo jueves, desde Lerma y San Luis hasta la sede de Personería Jurídica (Zuviría y Belgrano), y habrá colectivos para extender la caravana hacia la Ciudad Judicial.
“Demos un corte, marchemos a la corte. Antonianos, basta de engaños. Esta junta normalizadora, nombrada por la comisión renunciante, es más de lo mismo”, reza el eslogan de la movida gestada y firmada por la agrupación Antonianos Auténticos.

El camino a la normalización


La junta normalizadora, conformada por Fredy Mocchi (presidente), Fernando Segura, Pablo Simkin, Marcelo “Topo” Romero y Jota Diez Zabaleta, ejercerá sus funciones hasta el próximo 15 de diciembre o hasta que la Justicia se expida con respecto al fallo sobre el acto eleccionario suspendido. Mocchi es, por el momento, el nexo que tiene el plantel de Iván Delfino con la dirigencia antoniana, hasta tanto entre en funciones el nuevo manager deportivo. Están muy avanzadas las negociaciones para que José Valdiviezo, un hombre de la casa y conocedor de la idiosincrasia antoniana, se haga cargo de esos menesteres.

Por su parte, el plantel antoniano descomprimió presiones tras la victoria sobre los tucumanos, y recién volverá a los trabajos mañana, teniendo en cuenta que tiene libre la próxima fecha (miércoles). Juventud visitará a Central Córdoba en Santiago del Estero en su parada siguiente.

Fuente: Mariano Fradejas - El Tribuno.

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